Capítulo 4 Imágenes para evangelizar: el programa iconográfico de Sutatausa

Mural de la Resurrección de Cristo en la iglesia colonial de Sutatausa Título de la Imagen:

¿Qué imágenes eligieron para enseñar una fe nueva? ¿Por qué pintar el sufrimiento en los muros de una iglesia? ¿Qué veían los indígenas cuando miraban esas escenas por primera vez? ¿Y qué podemos ver nosotros hoy en sus trazos desgastados?

En tiempos donde muy pocos sabían leer, la imagen fue el lenguaje más poderoso. Los muros de las iglesias doctrineras no eran simples decorados. Eran libros abiertos. Escuelas visuales. Teatros de conversión.

Sutatausa guarda uno de los ejemplos más excepcionales de este arte catequético en Colombia: un programa mural que sobrevive al paso del tiempo y nos permite asomarnos al corazón de la evangelización en el altiplano.

Un muro, muchas enseñanzas

Los murales de la iglesia de San Juan Bautista en Sutatausa fueron concebidos como una herramienta pedagógica. A través de ellos, los frailes buscaban explicar los dogmas del cristianismo —el pecado, la pasión, el juicio final, la redención— a comunidades indígenas que tenían otra visión espiritual del mundo.

La pintura fue la palabra antes de la palabra.

La disposición de las escenas sigue una lógica secuencial, pensada para llevar al espectador a través de los principales momentos de la Pasión de Cristo y su significado salvífico. La pared no era un espacio neutral: era un lienzo sagrado, cuidadosamente diseñado para producir un impacto espiritual y emocional.

“Las imágenes permitían cumplir con el objetivo doctrinal: hacer comprensible el mensaje de la fe cristiana. Eran claves simbólicas, memorias visuales, portales hacia una nueva cosmovisión.”

📖 Fuente: Ana María Carreira – Entrevista en Utadeo

https://www.utadeo.edu.co/es/noticia/destacadas/home/1/ana-maria-carreira-tras-la-pintura-mural-de-las-capillas-doctrineras

Escenas que sobreviven al tiempo

En Sutatausa se conservan ocho escenas principales, distribuidas en el muro lateral izquierdo del templo. Todas están pintadas con la técnica del temple al seco sobre muro, utilizando pigmentos naturales mezclados con cal, sangre animal y aglutinantes vegetales.

Las escenas identificadas incluyen:

  1. La Última Cena
  2. La Oración en el Huerto
  3. La Flagelación
  4. La Coronación de espinas
  5. Jesús con la cruz a cuestas (Viacrucis)
  6. La Crucifixión
  7. El Ecce Homo
  8. El Juicio Final

Cada imagen está enmarcada y acompañada de detalles simbólicos: figuras con gestos intensos, paisajes, arquitectura imaginaria, sangre estilizada, expresiones dramáticas. Las figuras humanas están representadas con gran fuerza emocional, y muchas muestran rasgos mestizos o indígenas, lo que revela la participación de manos locales en la ejecución.

“La pintura mural doctrinera de Sutatausa tiene un valor histórico invaluable, no sólo por su belleza, sino por su rareza. Es uno de los pocos programas iconográficos completos que se conservan en Cundinamarca.”

📖 Fuente: Atrio – Revista de Historia del Arte (UPO)

Influencias europeas, manos americanas

Aunque las imágenes fueron inspiradas en grabados flamencos y alemanes (como los de los hermanos Wierix, Marten de Vos o Durero), su ejecución revela un proceso de adaptación local. No eran copias exactas. Eran reinterpretaciones hechas por pintores criollos o indígenas, entrenados en talleres de los frailes.

La pintura no sólo instruía. También domesticaba y transformaba. Pero al mismo tiempo, los ejecutores también dejaban sus huellas personales. Algunas figuras muestran peinados indígenas, rasgos locales, gestos particulares.

“Estos murales nos permiten ver un mestizaje visual: entre lo aprendido y lo creado, entre lo impuesto y lo resignificado.”

📖 Fuente: Cristancho, B. (2008) – Arquitecturas de la diversidad religiosa

https://es.scribd.com/document/485632709/LIBRO-ARQUITECTURAS-DE-LA-DIVERSIDAD-RELIGIOSA

Un testamento de caciques

Uno de los elementos más conmovedores del programa mural de Sutatausa es que está firmado por los principales indígenas del pueblo. Una inscripción en uno de los frescos recuerda a quienes autorizaron o financiaron la pintura:

“Don Domingo, Don Lázaro, Don Juan Corula y Don Andrés: caciques que respaldaron la fe desde su rol político y comunitario.”

No era una imposición ciega. También hubo agencia, decisión, incluso apropiación. El mural no fue sólo para los indígenas. Fue también hecho con ellos.

¿Qué vemos hoy?

El paso del tiempo, la humedad, el encalado y las reformas litúrgicas posteriores hicieron que gran parte de las pinturas se perdieran u ocultaran durante siglos. Fue sólo en los años 90 que, gracias a un riguroso proceso de restauración, las imágenes salieron nuevamente a la luz.

Hoy, visitarlas es un acto de contemplación. De escucha silenciosa. De interpretación. De mirar y dejarse mirar por esos rostros pintados hace 400 años. Rostros que aún nos interpelan.

Preguntas abiertas al visitante

  • ¿Qué sintieron los primeros fieles al ver estas escenas?
  • ¿Cuál era el efecto emocional de estas imágenes en una comunidad que no conocía la cruz?
  • ¿Cuántos de nosotros, hoy, logramos detenernos realmente a mirar?

Un museo sin vitrinas

Sutatausa es hoy, más que un templo, un museo vivo. No hay letreros explicativos. No hay vitrinas. Sólo muros. Y en esos muros, historias contadas con pincel, con cal, con sangre, con fe.

En Vía Sacra, recorrer este conjunto es abrir una puerta al pasado sin juzgarlo, pero tampoco olvidarlo. Es preguntarse no sólo qué representaban esas imágenes entonces, sino qué nos dicen ahora.