¿Fue Sutatausa una excepción o una regla? ¿Cuántas capillas como esta se alzaron en los valles andinos de Colombia durante la Colonia? ¿Qué hace a este conjunto diferente, qué lo mantiene vivo hoy, más allá del tiempo y el olvido?
Este capítulo busca entender a Sutatausa no como una isla, sino como parte de una red de conjuntos doctrineros que se multiplicaron por el altiplano cundiboyacense desde mediados del siglo XVI. Sin embargo, al compararlo con sus “iguales”, Sutatausa se revela como algo más: un testimonio íntegro de lo que fue, una rareza bien conservada, y un espejo de un proceso histórico que aún resuena.
La gran red doctrinera del altiplano
Durante la Colonia, alrededor de 125 capillas doctrineras fueron construidas en el altiplano cundiboyacense, especialmente entre los siglos XVI y XVIII. Este dato, verificado por estudios patrimoniales, revela la magnitud del proyecto evangelizador que se extendía desde Bogotá hasta Boyacá, cruzando montañas, valles y caminos reales.
Estas capillas se establecían en lo que la legislación colonial llamaba “pueblos de doctrina”: comunidades indígenas reunidas para su catequesis sistemática bajo la tutela de frailes dominicos, franciscanos o agustinos. Algunas capillas eran modestas, hechas con tapia pisada y techo de palma; otras crecieron con el tiempo hasta convertirse en templos parroquiales de piedra y cal.
Similitudes arquitectónicas y funcionales
Pese a la diversidad territorial, los conjuntos doctrineros compartían ciertas características:
- Una iglesia de una sola nave, con presbiterio elevado.
- Plaza atrial amplia para misas colectivas al aire libre.
- Capillas posas, situadas en las esquinas de la plaza, usadas en las procesiones del Corpus Christi.
- Campanarios visibles para marcar la centralidad del poder espiritual.
- Cementerio anexo, generalmente separado por un muro bajo.
- Construcción con materiales locales: adobe, piedra, cal, madera de la región.
Estos conjuntos no eran simplemente lugares de culto. Eran centros de poder simbólico y político. Desde allí se organizaban las festividades, los censos, la instrucción religiosa, y a menudo también el control social.
¿Qué distingue a Sutatausa?
Lo que hace único al conjunto doctrinero de Sutatausa es su estado de conservación, su integridad arquitectónica y la calidad de sus murales coloniales. Mientras que muchos templos de la época fueron modificados, destruidos o absorbidos por la expansión urbana, el de Sutatausa se mantuvo relativamente aislado, protegido por su geografía y por la lenta transformación del entorno.
“El conjunto doctrinero de Sutatausa es uno de los más completos del país. Conserva su iglesia principal, sus capillas posas, y parte del trazado original del pueblo.”
Los elementos más destacados son:
- La iglesia de San Juan Bautista, construida en tapia y piedra, con techos de madera y frescos murales coloniales de gran valor.
- Cuatro capillas posas originales, en las esquinas de la plaza. Esta distribución en cruz procesional es única en Cundinamarca.
- Murales interiores, descubiertos en los años 90, que ilustran escenas de la Pasión de Cristo y el Juicio Final, pintados con temple sobre muro, con influencia flamenca.
- Casa cural y cementerio, también preservados como parte del conjunto.
Sutatausa: pequeño tributo
Entre el pasado y el presente, el nombre lo dice todo: Sutatausa proviene del muysccubun y significa “pequeño tributo” (suta = pequeño; tausa = tributo). El término enlaza la memoria indígena con la traza colonial: en los registros tempranos aparece el poblado de Suta, y muy cerca, Tausa —“tributo en la cumbre”— conserva la misma raíz lingüística. Hoy el municipio mantiene ese nombre, y con él, la huella de una historia que sigue activa en sus muros y en su plaza.
Un punto de referencia vivo
A diferencia de otros centros doctrineros que han caído en el olvido, Sutatausa conserva su templo principal, parte de su traza original y, sobre todo, sus murales coloniales. Estos elementos lo convierten en un punto de referencia para historiadores, restauradores y viajeros espirituales.
Visitarlo es, en cierto modo, recorrer toda la red doctrinera del altiplano condensada en un solo lugar.
Un lugar, muchas capas
Sutatausa es hoy uno de los pocos lugares donde se pueden leer varias capas del pasado en un solo espacio:
- El trazo urbano de la colonización.
- La arquitectura religiosa doctrinera.
- El arte mural como catequesis visual.
- El lenguaje indígena preservado en el topónimo.
- El uso contemporáneo del espacio: turístico, patrimonial, cultural.
Cada piedra, cada arco, cada pintura no está solo allí por su belleza. Está allí porque sobrevivió. Porque quienes lo construyeron —frailes, indígenas, alarifes— dejaron más que muros. Dejaron un lenguaje.
¿Por qué Sutatausa sigue en pie?
Quizá porque fue olvidado el tiempo suficiente para no ser destruido. Quizá porque su viento frío mantuvo alejados los cambios acelerados de las ciudades. O quizá, simplemente, porque necesitábamos que quedara un lugar así: un espejo intacto para poder entender lo que fuimos.
El conjunto doctrinero de Sutatausa no es solo un punto en el mapa. Es un punto de inflexión en la historia del altiplano. Y al visitarlo, al escucharlo con atención, uno siente que aún tiene cosas por decir




